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Imagina esto: es un lunes por la mañana, tu pequeño se despierta con mocos, un poco de tos y esa carita que te dice “hoy no estoy al cien”. Como papá o mamá de primera, tu instinto es correr a buscar algo –un jarabe, unas gomitas de vitaminas, un té milagroso– que lo haga sentir mejor al instante. Pero, ¿y si te dijera que el secreto para mejorar el sistema inmunológico de tu hijo no está en un frasco, sino en entender cómo funciona su cuerpo y en pequeños cambios que podemos hacer juntos? Hoy, en esta entrada para nuestra comunidad #PapásDePrimera, te cuento la verdad detrás de las infecciones infantiles y cómo fortalecer a nuestros peques de manera realista, basada en ciencia y con mucho amor.

Las infecciones: parte del viaje de crecer
Primero, dejemos algo claro: los resfriados, las tocesitas y hasta las fiebres son parte de la infancia. Los niños, especialmente los menores de 5 años, pueden tener entre 6 y 8 infecciones respiratorias al año, según estudios pediátricos. ¿Por qué? Porque su sistema inmunológico está en entrenamiento. Cada vez que tu pequeño se enfrenta a un virus, su cuerpo aprende a defenderse mejor para la próxima. Es como si fuera un superhéroe en formación: necesita practicar para volverse más fuerte. Así que, aunque nos duela verlos enfermos, estas batallas son normales y necesarias. No hay forma de evitarlas por completo, pero sí podemos prepararlos para que salgan victoriosos.
Cuidado con los “milagros” que prometen demasiado
Ahora, hablemos de esos productos que vemos en redes o en la farmacia: gomitas de vitaminas, omega-3 en jarabes, tés de hierbas, aceites esenciales. Suenan tentadores, ¿verdad? Pero la ciencia es clara: no hay evidencia sólida de que estos sean una solución mágica para mejorar el sistema inmunológico. Un estudio publicado en Nutrients señala que, aunque las vitaminas y minerales son esenciales, tomarlos en exceso o en formas como gomitas (que a veces tienen más azúcar que nutrientes) no previene enfermedades. Lo mismo pasa con los aceites esenciales o los tés: son agradables, pero no capacitan al sistema inmunológico. Como papás, queremos lo mejor, pero la clave no está en el frasco, sino en lo que hacemos día a día.
Vacunas: el entrenador estrella del sistema inmunológico
Si hay algo que sí tiene un impacto real y comprobado, son las vacunas. Estas no solo previenen enfermedades graves como el sarampión o la tosferina, sino que ayudan al sistema inmunológico a “entrenarse” sin que el niño pase por el riesgo de la enfermedad completa. Según la Organización Mundial de la Salud, las vacunas salvan millones de vidas al año y son la herramienta más poderosa que tenemos para fortalecer la inmunidad desde pequeños. Así que, papás, mantener el esquema de vacunación al día no es negociable: es como darle a nuestros hijos un escudo invisible contra los villanos más peligrosos.
El poder del estado de ánimo y los hábitos diarios
¿Sabías que el estrés, las horas frente a la pantalla y la falta de movimiento también afectan el sistema inmunológico? Un niño que vive con tensión –ya sea por horarios agotadores o demasiada exigencia– puede tener un sistema inmune más débil. Estudios recientes, como uno en Frontiers in Immunology, muestran que el estrés crónico eleva el cortisol, una hormona que puede suprimir las defensas. Por otro lado, el tiempo excesivo frente a pantallas roba horas de sueño y actividad física, dos pilares clave para la salud. ¿La solución? Dale a tu pequeño tiempo para jugar al aire libre, reír y desconectarse. Un rato corriendo en el parque o una guerra de cosquillas en casa hace más por su inmunidad de lo que imaginas.
Un intestino feliz, un cuerpo fuerte
Aquí viene un dato que tal vez no esperabas: cerca del 70% del sistema inmunológico vive en el intestino. Sí, ¡ese lugar donde llegan los tacos y las verduras! Mantener un intestino sano con probióticos naturales –como los que encuentras en el yogur sin azúcar o el kéfir– es un pilar novedoso y poderoso. Evitar el exceso de azúcares y edulcorantes artificiales también ayuda, porque estos pueden alterar las bacterias buenas que protegen a tu peque. Una dieta equilibrada, con frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras, es el combustible que necesita su cuerpo para construir defensas sólidas. No se trata de dietas estrictas, sino de balance y amor en cada comida.
La vitamina D: la excepción que sí recomendamos
Hablando de nutrientes, hay una vitamina que merece mención especial: la vitamina D. Es la única que los pediatras recomendamos de forma preventiva, porque su deficiencia es muy común en todo el mundo, incluso en lugares soleados. ¿Quieres saber más? Checa este artículo del Dr. Barragán sobre la vitamina D y descubre por qué un suplemento puede ser una gran idea para tu pequeño, siempre bajo supervisión médica.
No hay cura mágica, pero sí apoyo real
Aquí va la verdad: no existe un tratamiento único para “curar” el sistema inmunológico ni para evitar que los niños se enfermen. Las infecciones son comunes en la edad pediátrica y, aunque podemos fortalecerlos, no hay forma de blindarlos al 100%. Si notas algo raro –fiebre que no baja, tos persistente o cualquier duda–, lo mejor es llevarlos con uno de nuestros pediatras en la Clínica del Niño. Ellos te guiarán con base en lo que tu pequeño necesita, porque cada niño es un mundo.
Sé parte del cambio, #PapásDePrimera
Mejorar el sistema inmunológico de nuestros hijos no se trata de productos caros ni soluciones rápidas. Es un trabajo en equipo: vacunas al día, buena comida, risas, movimiento y un intestino sano. ¿Te animas a probar estas ideas en casa? Si este artículo te pareció útil, compártelo con otros papás de nuestra comunidad #PapásDePrimera. Juntos, podemos criar niños fuertes y felices. Y si tienes dudas, déjanos un comentario o agenda una cita con nosotros –¡estamos aquí para apoyarte!
Bibliografía
1. Carr, A. C., & Maggini, S. (2017). Vitamin C and Immune Function. Nutrients, 9(11), 1211.